Julio de 1936
Cerro de los Ángeles
Pedro-Justo Dorado Dellmans, de 31 años. Fidel Barrios Muñoz, de 21 años. Elías Requejo Sorondo, de 19 años. Blas Ciarreta Ibarrondo, de 40 años. Vicente de Pablos, 19 años.
"España, al Sagrado Corazón de Jesús". Frente al antiguo monumento, todo es paz. El sol resplandece como queriendo honrar al conjunto que fue tiroteado en julio de 1936. Algunos se acercan a visitar a Nuestro Señor a pesar de que es día de diario y se sientan a rezar en los bancos de la explanada de la basílica. Es difícil no distraerse ante lo grandioso del entorno, porque en este centro geográfico de España reverberan aún los ecos de los disparos que se llevaron las vidas de cinco enamorados del Corazón de Jesús.
Protegieron su fe con sus vidas
Era 19 de julio, Madrid, Cerro de los Ángeles; lugar consagrado al Corazón de Jesús. Había habido una vigilia de adoración nocturna y cinco de los reunidos, sospechando que las tropas llegarían en breve y para proteger el monumento, se quedaron. Marcharon a comer algo pues la guardia era dura por la tensión de la incertidumbre; algunos los vieron rezar el rosario y bendecir la mesa, y los denunciaron. Los milicianos no tardaron en acercarse para apresarlos por ese "delito". Y murieron fusilados ante el monumento que tanto habían cuidado. De sus labios salió un grito, pero no de odio, sino de alabanza y aceptación de la voluntad de Aquél que era el único gobierno de sus almas; "¡Viva Cristo Rey!".
Y su entrega los llevó al Cielo
Ahora, ochenta y seis años después, me siento a contemplar el lugar donde el monumento mutilado parece que se empeña aún en vencer a los tiempos, vencer al odio e instaurar el régimen del perdón. No hay flores en el mundo para honrar la memoria de los que cayeron derramando su misericordia y su sangre en el mismo sitio en el que escribo estas palabras.
Ni Pedro, ni Fidel, ni Elías; ni Blas, ni Vicente pudieron rubricar sus vidas con múltiples años cumplidos porque Dios así lo dispuso para que completaran su plan de Amor.
En la capilla de las confesiones de la basílica reposan sus restos; entrando por una puerta lateral pueden leerse sus nombres. Jesucristo los acompaña desde el Sagrario. Dentro del templo, se respiran aún las llamas en las que ardían sus corazones. No dejemos nunca que se apaguen.
Cerro de los Ángeles, Madrid, 27 de septiembre de 2022.