Toledo
Toledo fue otra de las ciudades que sufrió la embestida de aquellos que deseaban eliminar el catolicismo de nuestro país. Fue una ratonera durante los primeros meses de la contienda, en la que fueron asesinados muchísimos religiosos; el Paseo del Tránsito fue escenario del derramamiento de sangre de religiosos que caminaron hasta allí sin resistirse, demostrando que el Amor era el único camino.
La defensa del Alcázar fue uno de los episodios memorables en los que otros tantos pusieron de manifiestos que la fe y el Amor a Cristo todo lo puede; incluso al dolor más punzante.
Antonio Rivera, abogado y miembro de Acción Católica, tenía veinte años cuando se ofreció para la defensa del Alcázar de Toledo. Allí era un ángel para todos. Incluso después de que una granada le destrozara un brazo, antepuso el bien de los demás al suyo y con su sonrisa alegraba a cuantos podía. Murió en noviembre de 1936 dando gracias a Dios.
Villacañas es un pueblecito de Toledo. Ni siquiera allí el sacerdote pudo sobrevivir a la barbarie que vivía el país. Todos lo recordaron muchísimos años como un sacerdote bueno, entregado a los demás hasta el último momento.