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Vivieron para contarlo

Gracias a Dios, porque Él así lo quiso, algunos se salvaron; no era su hora. La mayoría con gran dolor de su corazón por no poder seguir a sus compañeros, permanecieron vivos para dar así testimonio de lo que había ocurrido. Sufrieron las pérdidas y la tristeza de no sentirse dignos del martirio, pero su Gloria está en que, gracias a ellos, los que murieron puedan ser venerados allí en el Cielo. 

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