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Jaén

En la diócesis de Jaén se cuentan 130 mártires. Entre ellos, hay historias que demuestran que hacer el bien es posible incluso en las circunstancias más dolorosas. Es el ejemplo -entre otros tantos- de Francisco de Paula Padilla, conocido como el Kolbe español, que ofreció su vida a cambio de la de un padre de familia. Son muchísimas, y todas repiten ese ejemplo de fe, perdón,  y de confianza en Dios hasta el final. 

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Francisco Solís Pedrajas era párroco de San Juan Evangelista de Mancha Real cuando fueron a buscarlo. Acompañó a los que iban a ser fusilados con él dándoles ánimos e invitándoles a rezar. Iba cantado por el camino al cementerio del pueblo. Sorprendió tanto su entereza que algunos se negaron a disparar. 

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Se llamaba José María Poyatos, tenía 22 años. Su "delito", como el de muchos seglares ajusticiados, fue el de pertenecer a Acción Católica. Hacía tiempo que sabía que iba a morir mártir; no buscó la muerte, pero tampoco se escondió. Y Dios lo premió con la Gloria del Cielo.

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