Mancha Real

En esta parroquia trabajo sin descanso por el bien de los más pobres Francisco Solís, cuyos restos se veneran en el interior. 

En esta calle vivió don Francisco hasta sus últimos momentos de vida. 

Por aquí dio don Francisco sus últimos pasos hasta llegar a las tapias. Mientras, iba animando a los demás cantando. 

Don Francisco era allí muy querido; fundó incluso un comedor social para aquellos que no tenían nada que llevarse a la boca. 

Es una calle céntrica, que desemboca en la iglesia. 

Parece que la alegría y misericordia de este sacerdote impresionó a los verdugos, que se negaron a matarlo. Bajaron de nuevo con él, pero los que mandaban en el comité obligaron, bajo pena de muerte al que se negara, a efectuar el fusilamiento.