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Don Antonio de los Bueis: "Caridad y labor social de los mártires burgaleses".

Burgos es una provincia semillero de vocaciones, con familias de profundas creencias religiosas. Todas sus comarcas son lugares de vocación a la vida religiosa. Por ejemplo, el Monasterio de Silos, el de Bugedo, La Vid, El Espino o Tardajos... Eso hace que haya muchísimos mártires burgaleses que fueron a dar su vida a sus destinos: 

 

Los Hermanos de la Salle asesinados en Turón: San Victoriano, San Cirilo y San Benjamín. Allí entregaron su su vida en sacrificio, entregaron su vocación por la educación y la caridad. Regalaron lo que ellos recibieron gratis. 

Valentín Palencia fundó el Patronato de San José para los niños huérfanos. Les enseña trabajos y oficios. En el verano de 1936 están de colonias de verano en Suances. Don Valentín es perseguido y ejerce el ministerio sacerdotal en clandestinidad. Es capturado y asesinado en Ruiloba. Su caridad se manifestó en grado heroico. Después de la muerte de Don Valentín, desconocemos quién se ocupó de los niños.

Continuando en Cantabria, los milicianos entran en el Monasterio de Montehano, de los Capuchinos. Allí está Diego de Guadilla, que es ejecutado en la playa. En ese lugar había una piedra en su memoria, que los vecinos de Guadilla llevaron al pueblo. 

En Santander estaba el barco prisión de Alfonso Pérez, como muchos otros, porque todas las cárceles estaban llenas por la persecución religiosa. Allí se hacinan todo tipo de personas apresadas por los republicanos. Alfredo Parte fue un escolapio que sufrió este martirio en el barco prisión. Lo ejecutaron en cubierta; era cojo y él mismo dijo antes de su ejecución algo así como "Nunca he subido solo, pero por amor a Cristo subo esta noche". Está enterrado en el colegio de Villacarriedo. 

Francisco y Silvano fueron dos mártires carmelitas de 19 y 20 años; como Paula Isla, carmelita de la caridad; o Maximinio de la Virgen del Carmen. Este último es llevado al barco prisión, donde pasó varios meses y fue asesinado. 

Otro caso es la Comunidad de Viaceli en Cóbreces. Allí están los cuatro burgaleses cistercienses. Son expulsados del monasterio, se dispersa la comunidad; en un principio fueron acogidos en familias, pero al final terminaron siendo asesinados. Fueron, como muchos otros, arrojado vivos al mar: salieron del Puerto Chico en barcazas, atados de pies y manos; irían rezando por el camino sabiendo la muerte que les esperaba. Los lanzaron al mar con un lastre; las autopsias así lo demuestran. Algunos cuerpos llegaron a las costas francesas. Y aquí la pregunta que nos debe surgir: ¿Cuántos turistas que van a Santander saben de lo que allí pasó?

A estos mártires hemos de sumar los de la Congregación de San Pedro Ad Vincula, en Barcelona, donde toda la comunidad dio un sí al Amor. Al igual que sus colaboradores seglares, que habían dejado sus vidas por una labor caritativa.

No hemos de dejar de mencionar a los burgaleses de El Pueyo,... "todo Barbastro lo vio y lo oyó, y ojalá jamás nunca nadie lo olvide".

Y que tampoco nadie olvide a los Claretianos; se reunieron en Barbastro de toda España, y entre ellos había representantes burgaleses, que a morir iban cantando, y que tenían un ideal: "y qué ideal, por ti Rey mío la sangre dar"... 

Más al sur, los dominicos en Almagro: su delito fue descubrir los valores cristianos de la Filosofía. Y los mártires burgaleses de Paterna, que murieron perdonando, como todos... 

 

Y continúa la interminable lista con los asesinados en Paracuellos, uno de los lugares con mayor número de mártires. 

 

Los Paúles, representados en toda España. Qué gran labor hicieron con sus escuelas educando a niños pobres. 

Los maristas, igualmente, con su labor educativa por toda España. ¿Qué pasó con todos esos niños? Se quedaron sin profesores, y vieron frustrada para siempre su vocación educativa. Lo mismo que los salesianos, dedicados a una impagable tarea de educar. Los redentoristas -algunos recientemente beatificados en la Almudena-; nos fijamos en Pedro Romero Espejo, que vivió como un mendigo en Cuenca, y murió en la cárcel, en una muerte considerada martirial por el ofrecimiento de su vida. 

Los Hermanos de San Juan de Dios, con orfanatos, asilos, residencias,.... todos, del mismo modo, quedaron sin atención.

 

Los Jesuitas, dedicados también a la educación, que dejaron su sangre por distintos lugares de martirio.

Todos son testimonio de una activa, intensa labor social que los mártires desempeñaron hasta la muerte; con qué cariño eran guardianes de un patrimonio histórico-cultural de valor incalculable, un patrimonio que fue desapareciendo en poco tiempo, retablos, estatuas, cuadros, orfebrería, casullas, campanas... Se perdió una información valiosísima con los archivos, con valor tanto documental como sentimental; los perseguidores creían que destruían la fe, pero lo que consiguieron fue una fe más grande. 

Así, y para terminar, para el recuerdo de los mártires burgaleses, en la Catedral hay una capilla dedicada a las reliquias. Y desde la diócesis de Burgos se ha promovido un calendario litúrgico con el mártir de cada día para poder rezar con ellos. 

"Señor, por amor a tus mártires no callaré;

por defender la fe y caridad de tus mártires, no descansaré"

(Don Antonio de los Bueis Güemes)

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