top of page

Excmo. Sr. don Juan Antonio Martínez Camino: "El martirio en el siglo XX y la caridad".

"Los mártires del siglo XX son los mártires de la gran causa de Dios", del Dios vivo y verdadero, que es caridad. Son los testigos de la caridad divina. 

Hay algunos dedicados más específicamente a las obras de caridad; pero todos de algún modo estaban implicados en ella. 

En el martirio dieron el testimonio supremo de la caridad.

Lo que llamamos el apostolado social se inscribe en el gran panorama del martirio. Es testimoniado de modo supremo por los mártires.

Todos los mártires hicieron obras de caridad de forma individual y otros de forma institucional. 

De manera individual: por ejemplo, el del dominico Vidal. Fue destinado al Monasterio de la Peña de Francia; allí había que hacer obras. Una semana antes de la Guerra fue a Madrid a comprar instrumentos para tal fin. Él tenía sacado el billete de vuelta; y todo el mundo quería salir de Madrid. Cuando estaba sentado en el autobús, vio un señor llorando porque no tenía billete para ver a su familia. Vidal se levantó y le cedió el sitio. Más tarde, fue encarcelado y llevado a Paracuellos. 

Y es que el martirio no exige un entrenamiento... es un don de Dios, que envía través del Espíritu Santo el don de la fortaleza. 

De forma institucional, hay muchísimas congregaciones dedicadas a los enfermos, a la enseñanza, asilos, etc. Incluso muchos trataron de llevar la caridad a la vida política, como el Padre Gafo. Y la oración constante, que es una de las principales obras de caridad. En Madrid fueron asesinadas monjas salesas, algunas concepcionistas de clausura.

Los Hermanos de San Juan de Dios en Madrid no llevaban mucho tiempo, pues fueron refundados a finales del XIX. Tenían un gran hospital psiquiátrico; en Carabanchel tenían el Instituto San José, lugar avanzado para la epilepsia. Allí están enterrados los hermanos que fueron apresados mientras estaban en el comedor dando de comer a los enfermos y asesinados después. Cuando se llevaron a los Hermanos, a muchos enfermos los mataron porque querían ir con los religiosos. Era un caos revolucionario que quería arrasar con toda presencia de la Iglesia. Y más si hacían apostolado social. Los Hermanos del Hospital de Ciempozuelos fueron llevados todos a la dirección general de Seguridad. 

Las Hijas de la Caridad fueron asesinadas en Madrid, perseguidas ya desde hacía tiempo, porque en España la persecución comienza realmente en 1931. Tuvo su primera explosión en 1934; y en ese contexto fueron asesinados en Asturias unos 30 sacerdotes. En el primer semestre de 1936 se recrudece la persecución; por ejemplo, en Madrid se asesinan a jóvenes de la Acción Católica. Las hermanas eran perseguidas porque tenían un hospital psiquiátrico; fueron llevadas igualmente a la Dirección General. Algunas fueron asesinadas en el tren de la muerte de Jaén.

Desde Roma, el director provincial de la orden de San Juan de Dios les da unas pautas para los momentos que se gestaban en los primeros meses de 1936; que no dejen a ningún enfermo hasta que se asegurasen de que otros se encargarán de ellos, que vistieran de paisano si es necesario para evitar el peligro, y que se les diera libertad para ir a sus familias. 

Pero las obras de caridad de los mártires no son obras puramente sociales o asistenciales, sino que eran para con Dios. Se guiaban por el "a mi me lo hicisteis": es la clave de la asistencia social de los hermanos y hermanas mártires. Expresar el Amor a los más pequeños. Eran una respuesta generosa a la caridad de Dios con ellos. 

Cuando llega el momento del martirio dan testimonio supremo de esa caridad. Demostraron con el derramamiento de su sangre que la gracia de Dios vale más que la propia vida. Como dice en el Salmo 66:

[...] Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,

Y haced oír la voz de su alabanza.

Él es quien preservó la vida a nuestra alma,

Y no permitió que nuestros pies resbalasen.

Porque tú nos probaste, oh Dios;

Nos ensayaste como se afina la plata.

Nos metiste en la red;

Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga.

Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza;

Pasamos por el fuego y por el agua,

Y nos sacaste a abundancia. [...]

Mas ciertamente me escuchó Dios;

Atendió a la voz de mi súplica.

Bendito sea Dios,

que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.

           

La muerte es el acto supremo de la libertad humana: se puede vivir de muchas maneras, sabiendo que la muerte es la vida. También es testimonio de la caridad de Dios con el mundo, porque en ellos muestra su rostro y su presencia en el acto de perdón de los mártires a aquellos que los asesinaban.  

Los mártires son enviados por Dios, son providencia de Dios; tienen un sentido que no son mero fruto de las acciones de los hombres. El sentido de los mártires es ser testigos de la gran causa del Dios de la misericordia en un siglo y una época carentes de misericordia.

 

Para concluir: "A la Iglesia, en este siglo también se le ha exigido el máximo testimonio, que es el del dolor y del sufrimiento. No debemos olvidar, que solo en medio siglo ha habido más mártires que en los tres de persecuciones romanas" (Joseph Ratzinger). 

bottom of page