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Fray Cristiano García, O. Carm: "Los PP. carmelitas Anastasio M. Dorca Y Eliseo M. Maneus". 

Los Padres Anastasio y Eliseo son carmelitas ya beatificados. 

En la Historia nada ocurre por casualidad. Y las vidas de los religiosos de los que se va a hablar, son fruto de su tiempo. El martirio es consecuencia de una opción radical de vida.

Estamos en un contexto concreto; una Europa en constante transformación, en donde los cambios sociales afectan a las vidas de las personas, especialmente en la forma de entender la religión. Es el resultado de un mundo nacido de la Revolución francesa.  La Iglesia Católica fue una de las instituciones más afectadas; se consideró innecesaria para la vida de los ciudadanos, sobre todo con la aparición de las grandes ideologías. Se fomentó una ideología de Estado que desembocó en el laicismo. Tras la desamortización de las órdenes religiosas, la posibilidad de volver a una vida regular fue una esperanza. Pero la Guerra Civil fue otro duro golpe, con la muerte de 51 frailes, sobre todo de Cataluña. 

La Guerra fue la tragedia más grande que sufrió la Historia de España, pues, además, consumió gran parte del patrimonio religioso del país. 

¿Cuál es la vida y espiritualidad de los carmelitas mártires?

Fray Eliseo María Maneus, era uno de los más veteranos de la comunidad de Tarragona. Fue martirizado junto a once hermanos de congregación. Nació en 1896, en el seno de una familia cristiana. Tuvo tres tíos sacerdotes. Su familia le ayudó a desarrollar su vocación desde muy pequeño; por el hecho de tener dos tíos sacerdotes carmelitas, ingresó en el Seminario carmelita de Olot. Fue reconocido por sus virtudes como un hombre de Dios. Era conocido como "el buen religioso". Según los testimonios de sus hermanos de orden, se mostraba siempre dispuesto a una excelente conducta, amor a la Eucaristía y amor a la Virgen, y destacan su voluntad de servicio; muchos le requerían su dirección espiritual. Fue voluntario a ir a la provincia de Pernambuco; allí desempeñó un gran trabajo misionero.  Su lema era: "Extender el Amor a mi Rey, Jesús, y a mi Reina, la Virgen Inmaculada del Carmelo". Siempre pretendió ganar para el cielo almas generosas y ávidas de una profunda espiritual. Fue párroco, maestro de novicios, y fraile dedicado a las necesidades de los más pobres. Dicen de él, que tenía un don especial para guiar las almas (Fray Casanova). Su vida fue un reflejo de su vida interior, como hombre de oración y dedicado a Dios. Vuelve a España, enfermo, para recibir tratamiento; aquí, los médicos no le aconsejaban volver a Brasil. En 1934 fue a Tárrega a trabajar como maestro de novicios, al tiempo que alimentaba el deseo de ser mártir. Esa petición se cumplió, entregando su vida por Cristo en 1936. 

El Padre Anastasio María Dorca vivió también en una familia cristiana. Desde pequeño siempre tuvo deseo de desarrollar una vida religiosa. Así, entró en el Carmelo. Profesó en 1925. Destacó en los estudios, así que lo orientaron a ser formador. Y el General de la orden lo envió como misionero en Polonia. Allí continuó sus estudios de Teología y Sociología; siempre para ayudar a la gente, porque la educación era la única manera de sacar de la pobreza. Tenía la inquietud de devolver a las personas la dignidad humana. Realiza conferencias para discutir sobre Sociología. Cuando vino a España, va a Tárrega a predicar la fiesta del Carmen, momento en que suceden los acontecimientos de la Guerra; en la estación de tren, lo encarcelan para después asesinarlo.

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