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Excmo. Sr. D. Aquilino Bocos, cardenal: "La labor caritativa y social de los mártires, un ejemplo para nosotros".

Tras un saludo a los miembros de la organización de las Jornadas, así como a los ponentes, y los participantes en general, Don Aquilino hizo mención especial a la asociación AMABAM y al Museo de los Mártires Claretianos de Barbastro por su labor en la difusión del mensaje que ofrecen los mártires, hoy más que nunca, necesario. Hay que "revestirse del hombre nuevo", como destacó el cardenal.

Este año cobra especial importancia porque se cumple el trigésimo aniversario de la beatificación de los mártires claretianos de Barbastro.

Los mártires nos enseñan a vivir de la forma más seria y radical el Evangelio; su memoria es pues "peligrosa y oportuna". Peligrosa porque somete a juicio nuestro estilo de vida; y oportuna porque nos llena de fortaleza a cuantos entramos en contacto con ellos. 

Don Aquilino predijo la belleza que sin duda tendrían las diferentes ponencias, destacando lo conmovedor de los datos que allí se ofrecerían; la temática hace recordar la amplia visión del martirio manifestada por el Papa el día de la canonización de San Maximiliano Kolbe; los mártires se hacen semejantes a Cristo en su testimonio de entrega por Amor.

Y es que los mártires no vivieron ajenos al mundo en el que vivieron; llevaron a la práctica "las orientaciones del Evangelio":

"Los mártires cristianos de todas las épocas -también los de la nuestra- han dado y siguen dando la vida por testimoniar ante los hombres la fe, convencidos de que cada hombre tiene necesidad de Jesucristo que ha vencido el pecado y la muerte, y ha reconciliado a los hombres con Dios" (RM 11).

En una visión esperanzadora, Don Aquilino recordó que "Jesús sigue caminando al lado de su pueblo", así que es hora de despertar y de valorarlo. A esto nos enseñan los mártires. Como señaló Kierkegaard, en palabras del cardenal:

"Ninguna vida tiene un efecto tan grande como la del mártir, porque el mártir solo comienza a actuar después de la muerte. Así la humanidad o se adhiere a él o se queda aprisionada en sí misma". 

Termina Don Aquilino recordando la emoción que produce la lectura de las actas martiriales porque todas ellas están llenas de expresiones de gratitud, de alegría, de perdón, reconciliación, de esperanza... No hay en ellos ninguna alusión al miedo, odio, cobardía, rencor o venganza... Los mártires siguen siendo actuales; sigue vivo su ejemplo y lo tenemos al alcance de la mano. Todos ellos son testimonios de bendición y de alabanza. 

 

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